La fundación Energy-Check Stiftung Energieeffizienz gGmbH ha desarrollado un procedimiento estandarizado con el que se puede gestionar la garantía de calidad de los sistemas de calefacción para las empresas de viviendas y ofrece este procedimiento comercialmente como la denominada supervisión básica. En una prueba beta, los ingenieros han probado y optimizado su proceso en la práctica. Se probaron 100 sistemas de 10 operadores. Los ahorros conseguidos oscilaron entre los 900 euros anuales por cada 100 m2 de superficie de colectores de los sistemas solares térmicos y los casi 3.000 euros anuales de las bombas de calor por cada 1.000 m2 de superficie habitable. «Las bombas de calor monovalentes muestran el mayor potencial de ahorro», informa David Schreckenberg, de Energy-Check.

Mientras tanto, se están vigilando 150 plantas. Aunque al principio se trataba principalmente de sistemas desarrollados por la empresa de ingeniería Ortjohann, de la que se escindió Energy-Check a finales de 2011, ahora también se controlan cada vez más los sistemas de terceros. Pero el mercado es difícil de cultivar, observa David Schreckenberg, de Energy-Check. La garantía de calidad de los sistemas de calefacción aún no ha llegado realmente como un problema para las empresas de la vivienda. «Nuestro método es especialmente adecuado para gestores de grandes patrimonios de al menos cinco, preferiblemente diez o más activos», afirma Schreckenberg. Tienen la ventaja de poder comparar los datos de eficiencia, energía final y emisiones de diferentes plantas. Para ello, la empresa ha creado un catálogo estándar que contiene aproximadamente 50 instalaciones y configuraciones de contadores comunes. Esto significa que se pueden cartografiar las principales configuraciones del sistema en la industria de la vivienda. Esto reduce el esfuerzo necesario para la supervisión. Son unos 500 euros de cuota única y 250 euros de cuota anual. Además, puede haber costes de instalación de contadores de calor o de transmisión de datos. La vigilancia ya es económica en una casa bifamiliar con bomba de calor, dice Schreckenberg.

Uwe Neuhaus, director técnico de Erbbauverein Köln, está convencido del concepto y desde hace más de diez años hace comprobar la eficacia y eficiencia de todos los sistemas de la empresa. El objetivo es «detectar los fallos antes de que los note el inquilino». Se supervisa la energía solar térmica. Los costes de supervisión de los sistemas térmicos solares son de unos 5.000 euros al año. Merece la pena, porque se puede ver inmediatamente cuándo fallan los componentes y los rendimientos solares. Especialmente los sistemas de las primeras horas, que tuvieron que montarse con componentes de distintos fabricantes, han demostrado ser propensos a fallar, dice Neuhaus. La cooperativa de viviendas sin ánimo de lucro Wohnungs-Genossenschaft 1897 Köln rrh.eG confía en la monitorización de las bombas de calor. Su director técnico, Reinhold Schmies, ha suscrito contratos de garantía para sus sistemas que aseguran un factor de rendimiento anual (APR) mínimo para los sistemas. La base es un modelo de contrato para bombas de calor y energía solar térmica elaborado por la Stiftung Energieeffizienz (Fundación para la Eficiencia Energética). Las empresas de viviendas pueden utilizarlo como plantilla.

Los socios contractuales son las empresas que instalan los sistemas. Los fabricantes desaconsejan este tipo de contratos de garantía. Su argumento: el comportamiento de los usuarios influye significativamente en la cifra anual, no es posible una garantía. En la práctica, sin embargo, esto parece factible, al menos para las empresas de vivienda, si se promedia el consumo de muchos inquilinos. Para el sistema de 2010, se prometió una TEA de 3,3 para la bomba de calor, pero se alcanzaron valores significativamente superiores. Hasta ahora, el seguimiento se realizaba cuando se ponían en funcionamiento nuevas plantas. «También está previsto introducir sucesivamente la garantía de calidad en las plantas existentes tras una próxima modernización», afirma Schmies. A Uwe Neuhaus, responsable de tecnología, le gustaría que este seguimiento fuera obligatorio a la hora de conceder préstamos a bajo interés. «Sólo hay una declaración artesanal, pero sería bueno que hubiera un verdadero control de la energía», subraya. Esto daría a las empresas inmobiliarias más seguridad de que están recibiendo por su dinero no sólo una instalación funcional, sino también una que funciona bien.

El proyecto de investigación Alfa ya ha demostrado que aquí hay potencial y demanda. Allí colaboraron empresas de la industria de la vivienda, fabricantes de equipos y proveedores de servicios. Han examinado sistemas individuales en grandes urbanizaciones y han identificado ahorros potenciales de entre el 5% y el 20%. Su conclusión: incluso los sistemas modernizados y nuevos no están necesariamente libres de fallos; incluso los sistemas que se consideran económicos siguen ofreciendo potencial de optimización. El proyecto de seguimiento Optimus también ha mostrado enormes déficits, especialmente con las nuevas plantas.

Autor: Pia Grund-Ludwig

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